Conociendo a Mark Weiss o diario de viaje
Publicado en la edición 14 de Entre Líneas
Por Elizabeth Algrávez
Fue una fiesta “de traje”, pero en vez de traer comida, bebidas y botanas, la palabra fue el platillo principal que fue compartirda con los demás. Nuevamente el proyecto Acanto y Laurel, coordinado por Aída Méndez, reunió a poetas de la región para homenajear al poeta estadounidense Mark Weiss. Elizabeth Algrávez fue la encargada de leer algo que reflejó la personalidad del poeta. A continuación el texto leído el pasado 30 de abril, en el multiforo del ICBC, en Tijuana.
Cuando Aída amablemente me invitó a participar en este homenaje para Mark, pensé que no había mejor motivo para romper el mutis voluntario y hacer acto de presencia; cuando me pidió además que fuera yo, quien, breve, pero contundentemente, lo presentara, supe que no me había equivocado; los amigos son siempre la mejor razón para aventurarse al viaje, y Mark, más que un pretexto, es siempre una concreción.
Claro, 'cause you're mexican, me dice - los mexicanos necesitamos pretextos, damos explicaciones no pedidas, decimos que está bien, aunque no lo esté, no pedimos nada extra, hacemos mutis voluntario pero Mark no: come chile y tortillas, sabe preparar menudo y chilaquiles, le gustan los nopales y el mole, pero no es mexicano, es Newyorkino, y sabe concretar en acciones; como nos consta a varios de los presentes, que lo estimamos a veces antes de conocerlo en persona, por su empeño en hacernos cruzar Across the line/al otro lado, rompiendo la principal barrera, la del idioma.
Mark es de los que se suben a su carro y manejan 600 millas, como en Fieldnotes, y se sorprenden todavía del paisaje; nos reclamaba a Juan Carlos Reyna, al Pancho y a mí que nos durmiéramos camino a San Francisco, ¿cómo dormir con un paisaje tan bello desfilando por el parabrisas?, Juan Carlos estaba bien, casi un niño, necesitaba muchas horas de sueño, pero imperdonable nuestra indiferencia ante tanta tierra impecablemente verde, regada y acicalada solo para vernos pasar al amanecer con la cara lavada, esa tierra, que insistía Mark, había sido nuestra, y debíamos deplorar que nos hubieran quitado; entre bostezo y bostezo le decía indolente, en pésimo inglés: “if this land had remain ours, it will be a waste land, like “La salada”, agarra la onda Mark, no estaría así de bonito.” Y el Mark respiraba profundo y hacía otra parada para llenar el tanque de gasolina que apenas iba a la mitad, no sé si por Precaución excesiva o por consideración a la próstata del Pancho.
Así me tocó saber que aparte de traducir a los compas mexicanos, y escribir versos camineros desde el corazón; también cocina, viaja un montón, le gusta acampar, aguanta mucho caminando, sabe de poesía, psicología, sexología y otras muchas ías, y puede incluso ser un buen shopping partner, incluso en el chinatown, incluso con una mujer que se prueba todo y nada se compra; ha comido platillos de todo el mundo, le gustan los sarapes, aunque los usa como cortinas; es obsesivo con la puntualidad, tiene muchas reglas extrañas, pero todas las aplica también para sí, así que se las perdonamos, y sobre todo, practica el arte de la paciencia con maestría y tiene buen corazón.
La fecha es irónica, escoger este día tan cercano al primero de mayo para hacerle un homenaje al “gringo” de Mark está raro, pero para aquellos que preferimos sumar que restar, sabemos que no hay mejor solidaridad con los compatriotas que mexicanizar a todo el que se deje, y Mark no solo se deja, sino que nos ayuda de mil amores, así que enhorabuena por el poeta, y propongo, de muy buena fe, si no se opone ninguno de los presentes, que hoy, 30 de abril de 2006, a las xxx horas, declaremos al poeta Mark Weiss, oficialmente mexicanizado.
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